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Breviarios: testigos de la espiritualidad pasada

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La espiritualidad es una aspiración humana presente en nuestra cultura desde hace siglos, fruto de una voluntad de trascendencia. Su impronta en la tradición europea es innegable, pues los anhelos de elevarse de la existencia terrenal a través del culto católico han marcado profundamente nuestra historia.

Por ello, es esencial preservar las obras que atestiguan cómo eran los vínculos entre la religión y la vida en el pasado. Es la única manera de entender cuál ha sido nuestra evolución como civilización y cuáles se han mantenido como pilares de nuestra cultura.

Uno de los ejemplos más reseñables de documentos que atestiguan cómo se entendían las obligaciones religiosas es el breviario, obras en papel que han adquirido un estatus de objeto de coleccionista y auténtico ejemplar de valor para instituciones y organismos culturales.

Los breviarios eran libros que pertenecían a la tradición religiosa cristiana durante la Edad Media. Se empleaban como un recopilatorio de las obligaciones con las que tenía que cumplir el clero durante todo el año, tanto en períodos especiales de celebración como Navidad o Pascua, así como durante las jornadas comunes.

El nombre de “breviario” deriva de los términos latinos para «sumario» y «compendio», pues es donde acabaron por recopilarse los salmos, lecturas y oraciones que se debían recitar de acuerdo a las normas religiosas. También podían incluirse calendarios, himnos y otro tipo de lecturas relacionadas con el cargo monacal.

Los primeros ejemplares surgieron a finales del siglo XI y su función era la de hacer más cómoda la carga y transporte de los Libros de Horas, unos manuscritos en los que se detallaban qué salmos y rezos correspondían a cada momento del día. Con su desarrollo, fueron aumentando su complejidad hasta acabar siendo los libros litúrgicos de mayor importancia y donde se englobaban otras obras menores siguiendo un sistema de normas canónicas.

El término “breviario” ha excedido el ámbito de lo religioso y en la actualidad también se aplica a otras disciplinas, como la jurídica, para denominar a aquellos documentos que son resultado del compendio de otros.

Restaurar Codices y Breviarios
Restauración de Códices y Breviarios

Los libros de oración simbolizaban el poder de la congregación a la que pertenecían. También existían breviarios personales que encargaban los nobles, con funciones similares.

Así, el profuso arte que se puede apreciar en los breviarios y demás libros de oración de la época medieval dan buena muestra del poder e influencia social de sus propietarios.

Estos libros eran el recipiente del poder de Dios, pero también de la bonanza económica y del dominio con los que contaran sus dueños.

En efecto, durante la Edad Media, las congregaciones religiosas tenían como objetivo que los rituales fueran una muestra tanto del poder divino como del de la propia Iglesia. Esto se evidencia en el minucioso trabajo caligráfico y el cuidado que se prestaba a ilustraciones, dibujos y demás ornamentos del libro, que se empleaba no solo como ofrenda a Dios, si no que se concebía como prueba material del impacto económico y político del que gozaban sus propietarios.

De hecho, los libros de liturgia son obras cuya restauración resulta muy gratificante por su rica ornamentación y detalle, que además cumplía una función pedagógica al explicar la historia sagrada.

Los tomos medievales, por su especial carácter ligado a las instituciones religiosas, mantenían un vínculo con la espiritualidad particularmente estrecho y especial. Los libros devocionales de este período histórico, uno de los más complejos y fascinantes de la historia, se entendían también como ofrendas divinas. Al tratarse de obras que versaban sobre el culto religioso, su cuidado y dedicación era extremo. La minuciosidad en el trabajo de escritura era un símbolo de respeto hacia el Señor, por lo que poder disfrutar de uno de estos ejemplares en un verdadero lujo si se tiene sensibilidad hacia las artes y la cultura.

Al tratarse de títulos de carácter ritual, en cierta manera los breviarios también actuaban como vía de comunicación entre el nivel de lo humano y lo superior, el mundo de Dios. Esta comunicación exigía mucha disciplina y firmeza en las convicciones personales, pues el objetivo último era conseguir congraciarse con Dios, ganarse su clemencia y benevolencia ante los posibles pecados y conseguir alcanzar el Paraíso una vez llegara la muerte.

Los ejemplares para la liturgia van mucho más allá de las obras limitadas al ámbito religioso: para poder entender la sociedad medieval, es imprescindible comprender que la vida eclesiástica impregnaba todos los aspectos de la realidad, dejando también su impronta en la cultura laica y en el tiempo en privado de las personas. Por ello, los breviarios resultan un auténtico testigo de la cultura de la época; son un reflejo por escrito que se desarrolla de manera transversal, abarcando casi la totalidad del día a día de los creyentes y los dedicados en exclusiva a las labores monásticas.

De este modo, estos libros establecen un diálogo entre el ámbito de la fe y el ámbito de la cultura, que se entrelazan, sus límites se desdibujan y llegan a confundirse entre sí. Los breviarios, por tanto, se han convertido en elementos de referencia para los amantes de la época del medievo y también para aquellos apasionados del arte clerical.

Muchos ejemplos de esta obra medieval se han intentado conservar por su valor para la cultura mundial. Las instituciones europeas se han esforzado por reconocer y preservar este legado artístico, reconocido por la UNESCO.

Como ejemplo, Ana Jessen ha tenido el honor de restaurar el Breviario Ritual de la Colegiata de San Isidoro, en León. Se trata de un códice del siglo XIII escrito sobre pergamino con letra minúscula francesa. Su cubierta está confeccionada empleando una tapa de madera forrada con cuero y decorada con cinco cabujones y cuatro ruedas. Las medidas de este ejemplar son 247 x 165 x 70.

El trabajo de la restauradora Ana Jessen ha sido crucial para la recuperación y futura conservación de los fragmentos afectados por los estragos que causa el paso del tiempo en los materiales. La labor de Jessen, en su taller de encuadernación en Madrid, se ha llevado a cabo tanto en las encuadernaciones de las cubiertas de madera y de papelón que se han forrado con piel. Este breviario destaca por tener en su interior oraciones reseñables, como la de San Martirio de Santa Cruz, Canónigo de San Isidoro, importante figura clerical que falleció en 1203.

Para los amantes de este arte, Ana Jessen ofrece clases de restauración de libros antiguos y de encuadernación artesanal en las que aprender el oficio de conservación de estos bienes culturales tan preciados. El taller de reparación de libros dañados de Ana Jessen es un espacio en el que se pretende hacer renacer un legado artístico y cultural que nos pertenece a todos y que tenemos la responsabilidad de conservar por el valor que aporta a nuestra cultura en la actualidad. Por ello, es muy importante conocer y apreciar las obras que, a través de su conservación, sobreviven a través de los siglos y nos enseñan quiénes somos y de dónde venimos.

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Restauracion Codices y Breviarios
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La Restauracion Codices y Breviarios es una labor muy importante porque estas obras han marcado la tradición cultural europea.
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Ana Jessen
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