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Patrimonio literario y cultura: ¿cuál es el valor de la restauración y encuadernación artesanal de libros en un mundo digital?

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La trascendencia del patrimonio artístico y literario es incalculable y su importancia es capital para comprender quiénes somos. Entender el patrimonio cultural y, más concretamente el literario, como un legado que puede generar un valor económico pero que no se reduce a su potencial monetario es uno de los retos en los que debemos trabajar. El patrimonio cultural lleva grabado en su esencia los principios de cohesión social y cultural y, en cierta medida, también de identidad colectiva que nos definen como sociedad.

Asimismo, hay que considerar que este patrimonio forma parte de la propiedad común: sus propietarios somos las naciones, los pueblos, incluso la humanidad en su conjunto en determinados casos.

Una muestra del valor que supone el patrimonio cultural es el aumento de la violencia terrorista contra bibliotecas, museos y galerías de exposición. Códices, actas, manuales, brevarios o primeras ediciones de libros de referencia para la historia de la literatura: todos ellos son muestras de los valores que sustentan nuestra civilización, por lo que son un blanco común en estos ataques, cuyo objetivo es eliminar estos principios.

Para preservar en condiciones óptimas todas estas obras, se debe realizar un importante trabajo de restauración que posibilite su conservación y protección de agentes de deterioro como la humedad, los gases, el calor, el polvo y las malas prácticas de los seres humanos.

Por ello, el delicado y minucioso trabajo de restauración, que, con frecuencia, es tristemente ignorado, es un homenaje a nuestra herencia colectiva y una muestra de respeto por nuestra historia compartida.

Si nos centramos en la labor de preservación, sorprende la complejidad que entraña la restauración y encuadernación artesanal. Esta ha de tener muy en cuenta cómo maximizar la durabilidad del ejemplar, siempre respetando su historia, por lo que se debe tener un gran conocimiento de la misma. Además, se ha de intentar proteger la obra del impacto negativo que pueda tener su contacto con sus usuarios o lectores.

Las obras literarias, así como la obra plana (es decir, láminas, mapas o pósters, por ejemplo) se convierten en testigos de técnicas en desuso o ya desaparecidas y en marcadores de tradiciones culturales que afloran en la actualidad gracias a las tareas de restauración y conservación.

Sin embargo, estos procedimientos se enfrentan a nuevos desafíos en una era que, cada vez más, privilegia la generación de conocimiento en soportes digitales y apuesta cada vez menos por los objetos tangibles.

Este cambio de paradigma nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿cómo vamos a seguir preservando de la degradación todo este material en un contexto en el que el tiempo parece haberse detenido en un eterno presente y en el que los cambios culturales se suceden a una velocidad que es difícilmente asumible por los procesos artesanales?

Es innegable que la digitalización del conocimiento es un hecho definitorio de nuestra época, donde se entiende el saber como una mercancía más. ¿Estamos asistiendo, como vaticinan algunos expertos, al final de la era de la imprenta? ¿Hemos presenciado, de manera paulatina, la muerte de la obra literaria difundida en formato tradicional? En definitiva, ¿ha pasado, está pasando o pasará el papel a ser un material irrelevante como soporte cultural?

Desde una perspectiva humanista, debemos reconocer el valor del objeto material en el mundo digital. La obra antigua, reparada, encuadernada, embellecida y conservada (los ejes que guían el trabajo de Ana Jessen) actúan como puertas de entrada a una cultura a la que única y exclusivamente se puede acceder mediante el soporte físico.

Cada mancha o borrón sobre un pergamino, cada dorada puntada de hilo y cada rasguño en el cuero que envuelve a los volúmenes impresos nos desvelan una historia particular, un modo de hacer específico, una erudición ancestral con la que podemos conectar desde la actualidad a través del amor y el respeto por el libro impreso.

La ingente cantidad de conocimientos que se almacenan entre las páginas de los libros, y más si estos son de una cierta antigüedad, se encuentra aún hoy en día por explorar, a pesar de que la mayor parte del material esté debidamente catalogado en fondos institucionales o privados.

En este contexto, se hace imprescindible establecer un diálogo entre el patrimonio literario en formato físico y aquel que se ha transformado al digital. Como se esfuerza en transmitir y defender la Biblioteca Nacional de España, el impulso que han experimentado los libros digitales (también llamados e-books, en su versión en inglés) han repercutido de manera positiva en el valor de todo el patrimonio documental. Mientras que muchas de las grandes joyas de la imprenta y el manuscrito quedaban en el absoluto desconocimiento del público e incluso de los estudiosos de la materia, la nueva trayectoria que se les abre en su paso del analógico a la forma digital permite su reproducción y facilita su difusión y conservación en un nuevo soporte, algo nada desdeñable.

La reinvención en el tratamiento de los libros y obra plana que han sufrido un proceso de restauración y encuadernación artesanal ha renovado el interés por este particular patrimonio y ha arrojado luz sobre la importancia de la conservación de nuestros vestigios culturales. Nos encontramos, por primera vez en la historia de la humanidad, con las condiciones materiales que permiten que se preserven todos las informaciones y datos respecto a técnica y estética de una obra, por lo que las restauraciones de libros no se ven obligadas a cumplir de manera tan estricta con los fines de utilidad y uso de los objetos con los que trabajan y pueden respetar más fielmente su naturaleza histórica.

Sin embargo, el placer de cuidar de los libros antiguos se mantiene ante estas innovaciones. El honor de reparar libros dañados y la satisfacción de formar parte del proceso de diversas encuadernaciones artesanales que dan un soplo de vida a los tesoros de nuestra cultura sigue siendo uno de los motores que motivan el trabajo de la restauradora Ana Jessen, que apuesta por criterios vanguardistas aplicados con extrema delicadeza y minuciosidad. Su actividad se lleva a cabo principalmente en la capital española, donde la profesional también ofrece diversas clases y talleres de restauración en Madrid, todo un lujo para los amantes de este arte.

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Patrimonio literario y cultura: ¿cuál es el valor de la restauración y encuadernación artesanal de libros en un mundo digital?
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Patrimonio literario y cultura: ¿cuál es el valor de la restauración y encuadernación artesanal de libros en un mundo digital?
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El esfuerzo de Restauracion y Encuadernacion Artesanal de libros es un homenaje a nuestra identidad común en el mundo digitalizado.
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Ana Jessen
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Comments(2)

  • Pablo rayego seriñan
    24 julio, 2019, 12:13 pm  Responder

    Un articulo digno de elogio por lo que supone de respeto y puesta en valor de nuestra herencia cultural y su cuidado y mantenimiento, un diez de nota.

    • admin
      24 julio, 2019, 12:56 pm

      Muchas gracias por sus afectuosas palabras Pablo.

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